La “EMPRESA” llamada FAMILIA como base de la sociedad
Es innegable la importancia de la familia como la base y la célula fundamental de la sociedad actual.
En función de la calidad de relación con uno mismo y el estilo de comunicación con nuestras parejas y en nuestras familias, la cual se asienta en unos determinados valores y principios, así será lo que hayamos aprendido a priorizar en los demás ámbitos de nuestra vida, especialmente en el ámbito profesional. Todo está directamente relacionado. Lo que realmente valoramos en nuestra vida, será lo que luego vayamos a aplicar en nuestros ambientes y puestos de trabajo.
“En la forma que midas, serás medido”.
Hay una relación bastante directa, mucho más de lo que muchos pensamos, en la calidad de relación a nivel pareja y familia y la calidad de éxito en tu desarrollo profesional, tanto en cuanto en la medida que te encuentres más alienado con tus valores a nivel familiar, mejores sean tus relaciones, o los aprendizajes que éstas dinámicas de interactuación reflejan y “piden” a gritos que hagas. Todo esto para un mejor funcionamiento del sistema familiar, en donde cada uno de los miembros no puede cambiar nada, excepto su propio comportamiento ante lo que sucede y asumir por ello su propia responsabilidad de cambio.
Así, de esta forma, mejor podrás definir lo que estás dispuesto a asumir laboralmente y lo que no, en aras de llevar a cabo tu tarea diaria y poner tus talentos, conocimientos y aptitudes al servicio de tu entorno para un beneficio mutuo y para no partir de la premisa que el fin justifica los medios, sino que no vale todo a cualquier precio , es más “el fin no justifica los medios” y si nos centramos únicamente en el beneficio económico, tal vez llevaremos por delante no sólo a cualquiera a fin de conseguir lo que queremos, sino que nunca obtendremos por esa vía una realización profesional plena que nos aporte un bienestar emocional.
Antes o después, estas actitudes irresponsables, en las que no se respeta al otro como a uno mismo, y el dinero únicamente, el dinero está por encima de todo, y lo justifica todo, nos acabarán viniendo de vuelta, como manera de aprendizaje, si no tomamos conciencia de ellas y no nos disponemos a reaccionar a tiempo y a implementar para ello los cambios necesarios en nuestro día a día.
Espero que las publicaciones que tengo preparadas para vosotros, sean de vuestro interés. Sería útil un cuaderno para llevar tus propias anotaciones y conclusiones de lo que te va sugiriendo cada una de las tareas previstas en cada uno de los ámbitos a lo largo de los próximos meses.
Mi invitación pues, para que este nuevo año alcances tu mayor plenitud y desarrollo, a partir del corazón de tu ámbito familiar como pieza clave hacia el resto de las áreas.
¡Feliz 2018!
María José Portas Acuña
Fundadora de Coaching Co-Razón.
Os comparto este vídeo en donde se valora la individualidad de cada uno de los miembros de la familia a la hora de alcanzar su desarrollo y total plenitud como persona.
Os comparto 2 artículos de gran interés acerca de esto. El primero de ellos es de D. José Barros Guede, “La familia célula y base fundamental de la sociedad” y el segundo es de D. José Antonio Navia Álvarez, “La familia y los valores”.
Espero que os sean útiles para su reflexión.
Ecclesia Digital
A Coruña, 28 de diciembre del 2012
La familia célula y base fundamental de la sociedad
https://www.revistaecclesia.com/la-familia-celula-y-base-fundamental-de-la-sociedad/
José Barros Guede
La familia es la célula y la base fundamental de la sociedad sobre la cual se construyen los Estados y la Iglesia. Sin embargo, debido a una serie de causas, la familia se halla, en la actualidad, en crisis sufriendo constantes conflictos entre esposos, que dan lugar a una cantidad alarmante y progresiva de matrimonios rotos, tolerados, separados, divorciados y anulados y a una serie de relaciones problemáticas, discusiones tirantes, distanciamientos odiosos y malos modos entre padres e hijos.
El concepto de familia ha evolucionado históricamente, desde la familia patriarcal, compuesta por tres o más generaciones que viven juntas y participan de las mismas actividades siendo más solidarias y de apoyo mutuo, a las familias actuales de diversa tipología que van desde familia matrimonial, clásica, adoptiva y rehecha, compuesta de padre y madre e hijos, a las familias de hecho y monoparentales
Las familias deben ser centros de amor, paz y educación cívica, de relaciones íntimas y gratificantes, de fácil comunicación, de apoyo práctico, de estabilidad emocional, seguridad y permanencia. Tienen tres funciones: Primera, ofrecer un ambiente seguro y estable a sus hijos donde puedan alimentarse, vestirse y cobijarse compartiendo todos sus miembros las tareas y responsabilidades del hogar. Segunda, enseñarles unas normas ético-sociales de conducta en relación con las demás personas. Tercera, conseguir que sus hijos se sienta queridos y libres.
Es necesario para ello, un buen gobierno familiar, en el que los padres e hijos fomentan la igualdad, la libertad responsable, el afecto, respeto, trabajo, la amabilidad y complacencia para satisfacer las necesidades mutuas de cada uno. La genética personal, las creencias, la educación, los mitos, los contratos, las reglas, los roles familiares y el medio ambiente tiene mucha importancia en el buen gobierno familiar.
El diálogo claro, abierto y sereno debe ser el medio de entendimiento y comprensión familiar indispensable para la comunicación y para expresión mutua de las ideas, sentimientos y opiniones de cada uno de los miembros, buscando siempre la ocasión propicia para hablar y escuchar, y mirándose atentamente con respeto, porque ante todo las familias deben ser escuelas de amor y sacrificio.
En este sentido, Lacordaire escribe: “El amor es principio de todo, la razón de todo y el fin de todo”. Francisco de Quevedo dice: “El amor es la última filosofía de la tierra y del cielo”. San Pablo enseña: “El amor es paciente, servicial, todo lo cree, espera, tolera y soporta”, mientras el egoísmo desune, separa, distancia y odia.
¡Que la familia de Nazaret, formada por José, María y Jesús, nos sirva de guía y ejemplo de la buena familia que cree, espera y ama filialmente a Dios y fraternalmente a los demás”.
El Diario Opinión
Bolivia, 23 de Mayo de 2015
La familia y los valores
http://www.eldiario.net/noticias/2015/2015_05/nt150523/opinion.php?n=13&-la-familia-y-los-valores
José Antonio Navia Álvarez
Lo más atractivo de un hogar no siempre está en los bienes materiales o en el confort que se busca para un buen vivir. Podemos vivir en una choza y tener paz espiritual, siempre y cuando cultivemos los valores de la familia, como gratitud, integridad, paciencia, respeto, unión y colaboración. La familia es una sociedad perfecta porque existe autoridad y súbditos; tiene una mini Constitución que todos los miembros de la familia deben acatar, es decir normas y reglas. Es aquí donde se debe cultivar las normas sociales; todos deben tener derechos y deberes, que son propios de un hogar organizado.
La primera escuela formadora de valores debe ser la familia, los padres tienen la misión principal de educar a los hijos con valores cívicos, morales, profesionales, deportivos, espirituales, etc. Los hijos tienen que acatar estas normas, para tener una vida ejemplar.
Para reformar la sociedad hay que empezar por reformar la familia, porque educar a los hijos con valores les permitirá vivir en armonía con la sociedad. Ética y espiritualidad deben ser enseñanzas básicas del hogar, como parte de los planes fundamentales de la formación personal; cultivando virtudes se tendrá buenos frutos a la larga. Una educación sin moral en nuestros hijos es preparar hombres mediocres, egoístas; una educación sin espiritualidad es preparar personas sin sentimientos, sin afecto.
Los padres de familia se deben caracterizar por virtudes como compasión, amor y, sobre todo, tener un buen juicio, para que todas estas cualidades se irradien sobre la mente de sus hijos. Al recibir esta irradiación los hijos fortalecerán sus sentimientos y juicios, así se irán moldeando para ser ciudadanos del mañana con virtudes.
Estamos viviendo una generación de antivalores, peor que las anteriores; vemos pobreza, marginación, corrupción, depresión, racismo, injusticia, ignorancia, etc. Las familias de hoy están pasando por un mal momento, están sufriendo por transformaciones, desenfreno, tentaciones, todo eso se produce por una crisis de valores. Hoy más que nunca están abandonando la fe, la religión, se dedican a buscar otros rumbos para lograr grandes ganancias, riquezas, lujos. La moral y la espiritualidad son despreciadas, como objetos sin valor.
Para muchas familias vale todo lo que pesa y no dan importancia a la práctica de los valores. Los padres de familia deben ser formadores y transmisores de los grandes valores, así como guías espirituales para sus hijos. Lamentablemente estamos en un mundo globalizado, que es una de las causas para la pérdida de los grandes valores; otro problema de las familias es la falta de comunicación entre padres e hijos; por estas falencias en muchos hogares hay violencia, incomprensión, maltrato psicológico.
En el fondo, las causas de la pérdida de valores de los hijos son las siguientes:
Los padres descuidan la educación que nutre la espiritualidad de sus hijos. Los padres pierden autoridad, no hay disciplina ni educación con valores desde la infancia; la materia de religión no cumple la función de enseñar virtudes. Nuestros jóvenes se volvieron consumidores de la tecnología moderna. En las salas de Internet se cultiva la holgazanería. Allí ellos buscan falso placer, sentándose por horas frente al computador, chateando o hablando con otras personas, aquí también se altera la conducta de los jóvenes.
Por todas estas falencias, jóvenes incurren en alcoholismo, prostitución, conducta social no adecuada a las normas sociales, sus modales dejan mucho que desear. Practican relaciones sexuales desde la adolescencia media, es decir entre los 15 y los 16 años. Sobre todo esto se escucha con más frecuencia.
La difusión de la pornografía corrompe la mente de la juventud.
La poca vigilancia y la falta de decisiones de los padres hacen que los hijos pasen de la libertad al libertinaje. Todo eso produce la decadencia de la moral. Es una gran responsabilidad educar a los hijos con valores, sabiendo que estamos viviendo una época de desenfreno y grandes tentaciones. Por lo tanto, los padres tienen una misión con los hijos y deben encauzarlos por la senda de la rectitud y las virtudes.
Por todo lo mencionado es indispensable el cultivo de los valores en la sociedad y debemos practicarlos de generación en generación, para formar a nuestros hijos como seres superiores y así ellos formarán una sociedad justa, con paz, justicia y fraternidad. Estas cualidades nos permitirán pensar, evaluar y deben ser referentes para una calidad de vida y conducta de las personas.
En las escuelas se tiene que cultivar valores y así serán los referentes indispensables para que los niños sean forjadores de los ideales nobles y espirituales. Estudiantes universitarios, profesionales y público en general, deben practicar todas las virtudes, porque forman un manantial fecundo e inagotable de sabiduría suprema, que nos conducirá a un verdadero buen vivir.