La linterna

La linterna

Ella me miró a los ojos y en la profundidad de su mirada descubrí la luz. La luz y el agua que sana se entremezclaban en el paisaje que conformaban sus pupilas. Un paisaje abierto al prójimo, posada de nómadas que decidían, como debía hacer yo ahora, lanzarse de lleno a la aventura de vivir. O no. Esos ojos eran una promesa, un avance del premio que habría si conseguía finalizar la andadura. Y fue su mirada limpia lo que me tentó a intentarlo al menos.

— Esta bien — me comprometí por fin — Entiendo que el camino es cosa mía. Al fin y al cabo, todos somos peregrinos en la senda de la vida. Pero has de saber que tengo un miedo atroz a la oscuridad. De pequeña, cuando la luz se apagaba, yo pensaba en los demonios que habitaban dentro del armario. ¿Y si ahora al echar a andar, las tinieblas hacen que los monstruos regresen? Todos saben que el itinerario está lleno de zonas escarpadas, de dunas desiertas, de parcelas sin vida, sin calor y, sobretodo, sin luz.

Ella volvió a escrutarme con esos ojos como rayos de sol que se cuelan por la ventana del alma en un nuevo amanecer. Sin alterar su semblante, dijo:

— Y de vergeles y de oasis. Hay de todo en tu excursión. Además, yo te daré la linterna, entre otras herramientas que meteremos en tu mochila. Ese será mi regalo.

Y así fue como puse Coaching con co-razón en mi camino. Y esta es mi manera de dar las gracias.

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Para Maria José, porque todos en la vida tarde o temprano tenemos que decidir nuestro grado de compromiso con la vida pero algunos tenemos la suerte de recibir bendiciones inesperadas y conocerte es una de ellas.

 

Autora: Macarena Fedriani Torres

«Caminante no hay camino

Sino estelas en la mar»

Antonio Machado

 

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