Hoy es 25 N

Hoy es 25 N

Hoy, 25 N se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Es el día en el que se recuerda a las Víctimas de Violencia de Género. Recordemos que según los datos  más recientes, salvo error, 44 mujeres han sido asesinadas en España por sus parejas en el 2017. Cada año miles de mujeres simplemente por haber  nacido bajo el género femenino, se exponen a ser maltratadas y  sufren por la violencia  ejercida en el contexto afectivo por sus parejas. Un elevado número de ellas con un fatal desenlace. Así la violencia de género, es la violencia que sufre la mujer en el contexto afectivo de la relación de pareja;  La violencia de género es la otra cara de la confianza, del cariño, del amor y del respeto, la otra cara de la vida compartida luchando por unos intereses comunes y estableciendo un camino recorrido a modo de proyecto vital; es la cara del dolor, del pánico, de la angustia, de la desesperación,… de la “muerte” de la dignidad de la persona, y muchas veces, desgraciadamente, también de su propia persona.

La violencia se relaciona con una desigualdad de funciones en donde la mujer se somete a un autoritarismo y poder ejercido por el hombre.

Según Alberdi (2005),  “la idea central del patriarcado es la representación de la masculinidad a través del dominio sobre la mujer.” El autor indica que “existen distintas formas de violencia contra la mujer, (la violencia sexual, el acoso sexual, el acoso laboral, el tráfico de mujeres, la violencia familiar, entre otros.)

Definición establecida por la  Asamblea General de  las  Naciones Unidas, que en el artículo 1 de la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la Mujer (1995), define que debe considerarse como violencia contra la mujer: “Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico  para  la  mujer,  inclusive  las  amenazas  de  tales  actos,  la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como privada”

Crecemos entre mandatos de género. Son mandatos sociales inicialmente comunes a ambos sexos, que establecen diferencias entre los hombres y las mujeres, al ser interiorizados  por cada uno de estos, en función de sus circunstancias, educación, contexto, creencias, etc, de manera distinta. Estos mandatos de género permanecen presentes desde su “invisibilidad” y se normalizan  tanto  en el día a día, que han conseguido pasar a lo largo de muchos año muy  desapercibidos. Esto ha provocado una lacra social como lo es el gravísimo  problema de la violencia de género. Es un círculo vicioso del que no es nada fácil salir, sino que supone una gran dificultad y complejidad; Según Romero (2004) “La habituación y naturalización de los primeros incidentes violentos impide a las mujeres, detectar la violencia que están padeciendo y por tanto, poder abandonar la relación. Por otro lado, expone a la mujer, sin tener conciencia de ello, a graves secuelas sobre su salud física y psicológica”.

Las mujeres,  ni los hombres, obviamente no somos masoquistas, y si hemos iniciado una relación de pareja  es con la intención de crear un vínculo sano;  Establecer y organizar nuestro ámbito de pareja. En principio se anhela un compañero con el que compartir nuestra vida, que cubra nuestras necesidades afectivas y sociales  y viceversa.  Un proyecto vital en el que la dignidad de la persona, de los 2 miembros de la pareja,  esté por encima de todo. Un proyecto  en donde se establezcan unos valores,  siempre desde la libertad de expresión, la  aceptación y el respeto. Cuando después de años de matrimonio, llevas encima mucho sufrimiento por todo lo que ocurre, es muy complejo el valorar el inicio de una nueva vida fuera de esa relación; hay muchas cosas que pesan: “su familia” se ha convertido en “tu familia”, los hijos,  y un larguísimo etc. Además  el maltratador se ha encargado de convencerte por activa y por pasiva de que no serás nada sin él, que no harás nada sin él, y que nadie te querrá.: “ no vales nada”  Todo esto apoyándose en desvalorizaciones de tu físico a las cuales tú, por considerarlo  lo mejor que sabes y puedes en ese momento, lo ves como “lo normal, lo de siempre, lo normativo, lo aprendido, lo que te han enseñado desde que eras pequeña, lo que has visto, tal vez también en tu entorno”  Así sucumbirás sin ningún tipo de cuestionamiento ni duda.  Se acaba creyendo una  culpable del malestar de su marido, de sus problemas, de sus fracasos, de sus enfados, y cada vez  más angustia, incomprensión, desesperación, te sientes amenazada, inmóvil, desesperada sin saber qué hacer ni cómo,…. Desde fuera es todo muy obvio,  y aparentemente “sencillo” de relatar, aunque  desde dentro todo  se vuelve excesivamente complejo para quien lo vive en primera persona… es fundamental también entender esto.  Las víctimas no sólo necesitan sentirse apoyadas, sino comprendidas. Es prioritario aceptar  la enorme  dificultad de la situación en la que están inmersas  y lo que esto supone para ellas. Es difícil de entender desde fuera, desde la mera teoría. De ahí que sea muy necesaria la labor de ayuda y de acompañamiento. En ningún caso, tiene cabida,  la  atrevida consideración equivocadísima  de lo fácil que sería salir de ahí,  en vez de no hacer nada,  “nada más” que seguir ahí sufriendo y aguantando tanto,  ante el mal trato y humillaciones recibidas, tanto psicológicas como físicas, con todas las secuelas que esto deja personal, social y afectivamente hablando, y en el que en muchos casos llegan a temer por su vida. Es un problema que de una u otra manera nos atañe a todos. Estamos ante un gravísimo y muy complejo problema con gravísimas consecuencias para mujeres, e hijos, que son “las otras víctimas” de la violencia.

Muy lejos queda para  ellas, en general,  la idea de pensar en “ independizarse” tanto a nivel económico como emocional. Esto es algo que ni se plantean, debido a la educación recibida durante años y años en el contexto que ha crecido y ante esos imperantes mandatos sociales .La respuesta a la pregunta por qué una mujer sigue manteniendo una relación de violencia es : según Romero (2004), con “la idea de complementarse con su pareja (ser en los otros),  priorización del resto de los miembros de la unidad familiar por encima de ella (vivir para los otros), realizarse a través de lo logrado por otros miembros de la unidad familiar ( ser a través de otros), el ideal que tienen respecto al vínculo familiar que consideran para siempre, sus hijos y el desarrollo de su idea de maternidad-paternidad ,la idea de su responsabilidad en el mantenimiento del vínculo familiar…”

Es prioritario el recordar que los niños y los jóvenes aprenden lo que ven, y que durante su proceso de socialización, es cuando se experimentan los estereotipos y se construye la masculinidad y la feminidad. ¿Te has parado a pensar qué modelos de masculinidad y feminidad están aprendiendo los jóvenes y adolescentes hoy día en base a lo que tú estás haciendo?

Seamos padres o no, ocurre muchas veces, que nuestros actos tienen una gran relevancia para los jóvenes y niños de nuestro entorno y que ellos aprenden a comportarse en función de lo que observan y las actitudes y comportamientos del entorno familiar y social tienen una enorme influencia en ellos. Y tú, ¿qué legado quieres dejar?

Tal vez hayas crecido con la idealización de la pareja ideal, de ese príncipe azul, media naranja. Es vital mostrar a los jóvenes la importancia de diferenciar una “sugerencia” de una “exigencia”,  y a identificarla en un contexto en el que en principio no se tiene en consideración la probabilidad de una  manipulación. Acompañar para mostrar, con seguridad y confianza,  tu propia singularidad, individualidad, libertad de acción y de expresión desde el respeto a ti y al otro. Interiorizar  y recordar que no es signo de una relación sana, el tener que acatar todo lo que la otra persona dice que hagas,  que te tienes que poner de ropa, y que no,  qué amistades tener, etc. Todo eso acompañado de humillaciones y desprecios que muchas veces se enmascaran y encajan perfectamente cuando la mujer tiene una gran falta de autoestima seguridad y confianza en sí misma, y teme quedarse sóla si no sigue adelante con esa relación.

Desafortunadamente, aún en la actualidad episodios como estos, tienen lugar.  Caer rendidas ante hombres que no nos tratan bien, y sentirnos sin saber ni como inmersas en relaciones tóxicas, a las que cualquiera puede llegar, y no va relacionado para nada ni con tu mayor o menor status social ni capacidad intelectual. Simplemente se asocia con una gran falta de amor” del bueno” a una misma. No somos más que nadie, tenemos nuestros defectos, fortalezas y virtudes, seguramente que también muchas cosas que aprender y mejorar.  Sin embargo, en vez de aprender a querernos nosotras primero, pensamos que es más fácil delegar esa responsabilidad a alguien que nos quiera, y nos encontramos normalmente desde ese punto de partida,  con alguien en peor situación que nosotros.  Algunas mujeres  creen que con el paso del tiempo todo mejorará y así, cada vez la espiral es mayor, y cuesta más salir de ella, si acaso te das cuenta más o menos pronto que eso no es lo saludable, y dejas de sentirte culpable de todo.

En el día de hoy  y  todos los demás días del año, una llamada a las relaciones de igualdad, a una relación simétrica, a la importancia no de considerarse más que el hombre, ni tampoco menos,… y sobre todo la importancia de saberte amada, aceptada, valorada, querida y respetada por ti misma, la más importante de las relaciones,  antes de iniciar una relación de pareja. Si has tenido una experiencia tanto en tu contexto de familia de origen, como en tu entorno social,  que  crees haya podido dejar heridas emocionales en ti, date tiempo  para sanarla. Caso contrario, muy probablemente, tendrá negativas consecuencias para la relación.

Conócete, Valórate, Quiérete, Respétate, Comunícate, Exprésate, Escúchate, Ámate, Relaciónate.

Bibliografía. Fuente consultada:

Perspectivas psicológicas de la violencia de Género. (2011)

Documento Técnico Nº 3. Andrés, Gaspar, Jimeno, Boira.

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